Reseña por ISABEL CEBRIÁN

Todos llevamos a cabo rituales de transición y propósitos de enmienda durante los meses estivales, pero es en la infancia y la adolescencia cuando el verano, de forma más imperceptible, supone auténticos cambios de etapa, igual que el sol que nos quema en la espalda y nos hace mudar la piel, cambiar de edad.

La protagonista de ‘Aquel verano(La Cúpula) está en uno de esos veranos decisivos, en los que cualquier pequeño detalle puede marcar todo un historial de sentimientos. Llevando en la mochila la batidora de emociones y dudas que es la adolescencia, Rose Wallace llega a Awago Beach, donde desde niña veranea con sus padres. Es el momento de encontrarse con su amiga Windy, algo más jóven que ella, con su amorosa madre adoptiva y su abuela, que prepara deliciosos daikiris sin alcohol.

Original de una página doble de “Aquel verano”. Fuente: http://blog.jilliantamaki.com/2014/07/original-art-at-san-diego-comic-con/

Mientras que Windy baila despreocupada y habla con descaro de los cambios de su cuerpo -se ríe de cómo serán sus tetas y juega a imaginar posibles parejitas- Rose, más introvertida, observa con curiosidad pero también con cierto dolor cómo se desarrollan las vacaciones en el mundo de los adultos: las tiranteces entre su madre y su padre, la muy diferente complicidad entre sus tíos y, sobre todo, la presencia cotidiana de Dunc, el chico de la tienda, y su relación con las jóvenes del camping. A través de la tienda de chuches, de las películas de miedo de su videoclub, Rose y Windy captan destellos de la vida adolescente; incluyendo las conversaciones del patio de atrás, en las que las dos chicas intuyen el juego -y el desasosiego- de la diversión y la incipiente sexualidad.

‘Aquel verano’ es una historia sobre el fin de la infancia, y sobre todo, un relato sobre los adultos y sus relaciones con la maternidad/paternidad desde la perspectiva de una adolescente. Es también un pequeño catálogo de placeres de los veranos de la niñez: en las manchas azules de Jillian Tamaki, se reflejan las sensaciones de la arena fría, los paseos en bicicleta por el bosque, las sofocantes tardes de lectura, la refrescante agua del lago y las profundas noches estrelladas de agosto. Con un precioso dibujo que ya demuestra en su habitual trabajo como ilustradora, la artista canadiense, de ascendencia asiática, renuncia aquí a parte de su minuciosidad -pero no a los recursos de composición, hábilmente utilizados- para darnos una mayor expresividad que bebe del manga y que funciona en la historia escrita por su prima, Mariko Tamaki. Autora de novelas juveniles y ensayos de no ficción, la guionista ha tramado una buena historia y ha creado un ramillete de personajes realistas para presentarnos imágenes diversas de la mujer y transitar sin dificultad por temas como el lesbianismo, la adopción, la xenofobia, la aceptación del propio cuerpo o los modelos de familia. En tandem, las dos primas ya visitaron la época adolescente y cosecharon numerosos premios con ‘Skim‘, también publicada por La Cúpula, una novela gráfica sobre la depresión y las consecuencias de resultar ‘diferente’ a ojos de los demás. Con ‘Aquel verano’, demuestran que es un equipo que funciona a la perfección.